Supongo que todos hemos de coincidir, en que el dibujo es en sí mismo un medio de comunicación, de expresión, de intercambio de ideas.
Este mismo intercambio de ideas se debe en parte a que responden, en cuanto vehiculan determinados mensajes, a alguna retórica, esto es, a “reglas” del orden de lo estético que han hecho posible su construcción, a alguna combinatoria de elementos, a un cierto régimen de la composición que en algunos casos es necesario conocer.
Aclaro este punto, porque se vuelve un elemento central a la hora de enfrentarse con el problema comunicacional y pasa a ser muchas veces el punto central que detiene el accionar del que pretende decir algo a través del dibujo.
Este es nuestro primer encuentro con la masa de estudiantes a la cual le pedimos nos cuente, relate, describa, señale algo que sucede y que lo haga por este medio, el dibujo, y muchas veces la crisis inicial se produce al desconocer las reglas que se creen uno debería conocer.
Esa media hora inicial, tan crítica, de la superficie blanca, es la que hay que tomar con calma, mejor dicho, es la que hay que “acompañar” con calma. Flora Manteola bien decía que nunca mejor colocado el nombre de los que en las aulas participamos : ayudantes.
Los que acompañamos a los alumnos en su camino de descubrimiento.
En esa media hora, en esa hora inicial debemos ayudarlos a pensar, tranquilos, sin apuro, cual es el mejor o los mejores lugares de los cuales hablar, quizás no sean los lugares que más han visitado los que recuerden mejor, sino, los que más les han impactado y también quizás incentivarlos a que los expresen de la manera más valedera para ellos.
Esta primera parte es de un total descubrimiento muy intuitivo y de búsqueda en los recuerdos y de selección, que a medida que pasa el tiempo se irá complejizando.
En el transcurso de la mañana se irán profundizando los dibujos, mejorándolos, no solo porque una línea o mancha me hizo recordar cosas del lugar que incorporaré, sino porque iré mejorando el aspecto comunicacional intuitivamente, de ver a mis compañeros, de hablar con los ayudantes, de encontrar mi propio medio para hablar, que tengo incorporado aunque no reconocido como tal.
Esa ansiedad positiva también transcurrirá por su momento de “materializar” el espacio visual: esas colas de aire que figuran la velocidad de un automóvil o como se ve en una muestra reciente el agua volcando de un vaso, o sea, la técnica (que los pintores y escultores del movimiento futurista practicaron), que consiste en figurar, con medios estáticos, el movimiento real.
En ese aspecto comunicacional aparecerá el dibujo único, el seriado, el grupo de croquis que unidos dan una mejor impronta del lugar, las acotaciones, los textos, el color o tantos otros aspectos del dibujo que usados en la justa medida, en el momento adecuado, ayudan a la transmisión de los contenidos del relato, a la información sobre la anécdota.
Incluso con el paso de la mañana o con la ida al lugar surjan los problemas de distribución de los encuadres, las decisiones con respecto a las “tomas”: planos de conjuntos, plano americano, primer plano, plano detalle, que serán los elementos con los cuales se equilibrará la imposibilidad pero al mismo tiempo son los elementos que sin tener que imponerlos surgirán necesarios de la búsqueda personal.
Las horas de dibujo serán varias he iremos afinando el lápiz sobre prueba y error. Llegará con el paso del tiempo los dibujos que no necesiten ser explicados y también el entendimiento de que no se puede hablar de todo, que quizás exista un tema central dentro de toda la maraña de información que tiene el sitio.
Como primer trabajo incorpora un aspecto que se ha de repetir en el futuro, el de las consignas lo suficientemente abiertas como para que el alumno desarrolle un gran espacio de creación, en este espacio de creación cada trazo develará lo que cada uno tiene guardado en su memoria y se apoyará en el dibujo para sacarlo fuera. Cada trazo, cada línea es un ayuda memoria, cada vuelta a comenzar es una reafirmación de lo buscado y encontrado.
No se trata de dar solo un dato exacto, sino de ir “armando” en el papel y en nuestra cabeza el clima que invade estos recuerdos. El proceso es muy variado, quizás en un comienzo sea enumeración de cosas del lugar para luego ir descubriendo el sentido y las sensaciones que unen todo.
Tomando una palabras de Giordano-Doberti, “el dibujo espacializa los conceptos y las consecuencias de ese esfuerzo, de esa torsión, no son menos trascendentes: el dibujo conceptualiza el espacio.”
Jorge E. Centeno 04/ 2010
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